Se nos mueren los niños por nacer,
con ellos se va nuestra inocencia.
Ignorantes y culpables de indolencia,
moriremos de por vida por no hacer.
Ha violado al mundo la ignorancia,
fecundado de violento fanatismo,
brota un vientre hinchado de egoísmo,
crece un feto de odio e intolerancia.
Nacerá o ya ha nacido, del acto repulsivo,
un submundo mediocre y deprimido,
de sangre infecta, una abyecta criatura
de innata e insolidaria catadura.
¿No se puede desangrar hasta el último coágulo de ésa sangre fatua?
y que no quede ni una gota,
de olvido, de desdén, de indiferencia;
de arrogancia, de avaricia, de violencia.
¿No se puede abortar esta masacre?
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